Marta Casanova aka Mavica decidió mudarse a Berlín cuando se dio cuenta que estudiar lenguas modernas no acababa de ser lo suyo. Necesitaba aclarar sus ideas. Y, como había estado estudiando alemán, le apetecía irse a una ciudad en la que coincidieran tres factores clave: el idioma, el ambiente y la música.
Berlín pareció ser la candidata perfecta, pero justo cuando llevaba cinco meses viviendo en la capital alemana una mala experiencia la llevó a componer Fire, el single por excelencia de su EP debut, Gone (Beatnik Creative / Hidden Track Records, 2019).
Más allá de los clichés que rodean el folk pop en el que se mueve la artista murciana, esta canción que no deja de crecer en sus cuatro minutos largos, explica un mal trago que poco tiene que ver con un corazón partido: “Viví una historia un poco catastrófica porque me mudé a una casa en la que el casero estaba literalmente loco”.
¿Por qué será que siempre relacionamos la delicadeza y el canto melódico acompañado por una guitarra con el amor o el desamor? Lejos de todo esto, Mavica nos cuenta su vivencia en una ciudad ajena y nos demuestra que el contexto –el escenario en el que nos movemos– dice mucho sobre la persona que somos. Escuchando Fire tenemos el privilegio de acercarnos a su historia personal, primero desde la calma de su voz (acompañada por su guitarra) y luego mediante una intensidad, intención e instrumentalización en constante crecimiento, para culminar en unos coros épicos que no hacen más que recordarnos que estamos siendo testigos de su particular batalla.

Hemos quedado con Marta en una cafetería de Gràcia, el mismo día que va a actuar en la presentación del VIDA Festival junto a Gus Dapperton y en el que se anunciará su presencia en el cartel del festival este 2019. Ha acudido a la cita con Anahí, de Pértiga Music, su agencia de booking y management. Mientras conversamos, el amo de la cafetería añade delicadamente azúcar por encima de unos cruasanes recién salidos del horno con un pincel. Nuestras miradas se desvían irremediablemente hacia esas delicias (más de una vez) y estoy segura de que mi estómago no es el único que está rugiendo ahora mismo.
“Mudarme a Berlín fue jodido, la verdad. Era invierno y sabía que al cabo de un mes tenía que encontrar otro piso… Y en ese segundo piso resultó que el casero estaba loco. Él tenía varias casas y se había montado la oficina en la nuestra. Llegaba a las seis de la mañana y nos dejaba regalitos en la mesa con notitas (a ella y a sus compañeros de piso). Eso no nos molaba nada. Por eso, en cuanto pudimos lo que hicimos fue marcharnos de allí y romper el contrato. Pero el tío se enfadó muchísimo”.
Caseros cabrones
Marta volvió a su ciudad natal, Cartagena, para estar con su familia por Navidad. Recibió un mail de su casero en el que le recordaba que se había olvidado de regar sus plantas. Ergo: había entrado en su habitación. “Terminé mis seis meses obligatorios en el piso, pero aun así el tío no me devolvió el dinero de la fianza ni nada. Esta canción la escribí en ese momento de ‘¿me piro de aquí y ya?’. Mi madre me decía que volviera ya para casa, pero yo sentía que aún no había terminado mi etapa en Berlín: acababa de conocer a un productor, estaba intentando grabar mi EP… Me parecía que era como un momento fatal para irme. Me preguntaba ¿para qué me he venido entonces?”

I went through the door and I was expecting the fire
“Es una canción sobre él. No es una canción sobre cómo te han roto el corazón, sino sobre un casero cabrón”.
De caseros cabrones creo que todos podríamos escribir un par de canciones como mínimo. ¿O no?

Estoy esperando reencontrarme con Berlín
“Cuando salí de esa casa me fui a otra en la que conocí a gente muy guay, pero a la vez seguía con abogados, intentado recuperar mi dinero de la fianza. Me daba rabia que él ganase. Estaba loco y además se iba a quedar con mi pasta”.
La última vez que Marta pisó Berlín fue para grabar con un productor, pero pasear por las calles seguía siendo duro. “Iba con un nudo en el estómago y desde entonces todavía no he vuelto”. De hecho, su idea era ir a un festival en el que tocaban Sufjan Stevens y Bon Iver –dos de sus grandes referentes– que sólo se hacía en la capital alemana. Y no fue. “Estoy esperando reencontrarme con Berlín”.
Todo esto ocurrió hace dos años y medio y, después de la mala experiencia, Marta decidió cambiar el cielo de Berlín por el de Londres, donde sigue viviendo a día de hoy. El magnetismo de esa ciudad fue tal que Plastic hearts –otro de sus temas– es una continuación de la historia. En esta canción habla de cierta gente que encontró en Berlín y les dice: ‘miraros, qué tristes parecéis’. “Y es que en esa ciudad hay cosas muy deprimentes. La burocracia es jodida, la gente está triste y parece que su única vía de escape de la melancolía y la oscuridad es a través de las drogas. Todo el rato me parecía que hacía un montón de amigos cuando salía por la noche y tal, pero yo salía sin drogarme ni nada y veía que conectaba mucho con todo el mundo y luego esas personas realmente no existían. O sea, bipolaridad absoluta. ‘Ahí os quedáis, yo estoy bien’, les digo en esta canción”.

Se me había pasado el arroz de hacer un EP solo a guitarra y voz
“En Berlín empecé a grabar con una amiga que estaba estudiando producción. Teníamos unos estudios que estaban de puta madre para grabar, pero a la vez no teníamos ni idea de cómo hacerlo. Empezamos a grabar Fire del tirón, guitarra y voz tal cual, y de repente dije ‘yo creo que esto no es así’. Lo dejamos como estaba, me mudé a Londres y con la ayuda de Pablo Serrano (PBSR), mi chico, empezamos a arreglar los temas con guitarras eléctricas, sintes, reverbs, delays en la voz… Todo mucho más tratado, vaya”.
Hasta entonces Mavica no había tocado nunca con banda. De hecho no tenía claro si su primer EP –el más personal y puro– debería ser grabado con banda o no. Al final decidió que esto necesitaba una banda. “Se me había pasado el arroz de hacer un EP solo a guitarra y voz”.
Lo hicieron todo entre Pablo y ella. Marta estaba estudiando producción, así que empezaron grabando cosas en su uni (la canción Hot sand, por ejemplo). Luego tuvieron la suerte de ir a grabar con una amiga “con un pedazo de estudio en su casa. Tiene una caseta al lado de su casa que le construyó y diseñó su padre, insonorizada completamente. Se hace su té por la mañana, cruza el jardín y se va a su estudio. Nos dejó quedarnos una semana en la buhardilla de su casa, a las afueras de Londres y estuvimos todos los días trabajando 24/7”.
Un EP con Berlín como escenario
Fire requirió su tiempo: una época de saneamiento, de curar las heridas. Una dosis de agua oxigenada. Las cosas con perspectiva, respaldadas por el tiempo y la distancia, se ven mucho mejor. Y, después de una digestión, Fire estaba preparada para ser trabajada y producida.
Aunque parezca paradójico, necesitaba enfriarse.
“Prácticamente todo el EP se mueve entorno a Berlín. Están Fire y Plastic hearts, que van muy juntas; To lie alone, que trata de una pesadilla mortal que tuve cuando vivía allí; y Friethers, que habla de cuando mi hermano se mudó: yo seguía en Cartagena y empecé a echarle de menos. Hot sand, que iba a entrar en el EP, se centra en el verano antes de irme a Berlín y en mis dudas: ¿por qué mierdas me estoy yendo a Berlín si en realidad estoy bien y mi chico está en Londres?”

El contexto como punto de partida
Si le preguntamos por planes de futuro lo tiene bastante claro. Por ahora no va a moverse de Londres. Quiere llenar su mochila de experiencias y contactos antes de despedirse de esa ciudad, aunque admite que “Londres te atrapa, te chupa la energía. Hay semanas en las que literalmente no ves el sol. Parece un cliché eso de que no sale el sol. ¡Pero es que no sale! Es real y te afecta. Ahora mismo estoy escribiendo las canciones para mi nuevo EP y casi todas tratan del tiempo, de la ansiedad que me genera Londres, del estrés… El otro día, por ejemplo, salió el sol y fue el evento de la semana para todos”. El primer tema que ha compuesto para su siguiente trabajo se titula Ada Road, la calle en la que vivió el año pasado. “Me encantó el nombre de la calle, pero la casa… no tanto”.
Por lo que cuenta, parece que podremos entender cada uno de sus EPs como historias de amor-odio a las ciudades en las que ha vivido. “Hablo primero del sitio y luego de cómo me afecta ese entorno, ese contexto. Hot sand, por ejemplo, trata de Pablo y de cómo le echo de menos, pero eso no es lo principal, sino lo jodida que estaba antes de irme a Berlín”.
Spoiler alert!
¿Planes de futuro? “Ir a Estados Unidos en algún momento. Para ir a ver lo que se cuece. Si decido dar el paso… Tendrá que ser pronto, ¿no? Creo que cuando acabe la uni podré hacerlo. Pablo tiene la misma mentalidad que yo. Nuestra idea es ir un año allí, hacer una girilla y volvernos… por la experiencia”.
Al menos ya sabemos en qué escenario va a darse el tercer EP. No le deseamos un casero cabrón en Estados Unidos pero… ¿Y si sale otro Fire?
#BehindTheSong es una sección en la que explicamos mediante reflexiones e ilustraciones qué hay detrás de una canción. Hoy hablamos de Fire, de Mavica. En otras ocasiones hemos hablado de Ljubliana & The Seawolf, PAVVLA, Haley Heynderickx, Lola Kirke, Anna Calvi y Courtney Barnett.
Autoras de este artículo

Carla Gimeno
Comunicadora y cantante. Me gusta pensar que mi hábitat natural son los conciertos y los festivales. Es bastante probable que me encuentres entre el público de algún bolo de Barcelona, aunque a veces también me subo al escenario con The Crab Apples.

Alsina Mandarina
Creativa y dibujante. Guitarrista en The Crab Apples y Penny Necklace. Crecí dibujando, siendo este mi espacio de diversión y evasión del mundo. Ahora es mi forma de acercarme a mi entorno y reflexionar sobre nuestra vida y nuestra sociedad.