Parecía que no iba a llegar nunca el concierto de Belako. Meses parados, con teatros reconvertidos en salas, auditorios haciendo de festivales y redes sociales haciendo de conciertos en directo. Sin poder bailar, olvidados de lo que era acabar muerto tras correr de un escenario al otro. Todo aquello quedaba tan lejano…
Pero allí estábamos, como si no hubiera pasado el tiempo, a los pies de un escenario dispuestos para volarnos los oídos y fatigarnos las extremidades. El ritual previo, el clásico: la cola, la entrada, la charla con los amigos. Eso tampoco se olvida, es como andar en bici. De aquí para allá y cada grupo en su rincón favorito de la sala, nada de asientos numerados y distancia. ¿Y los de siempre? Agolpados en la barra. ¿Qué era eso de no tomarte nada en un concierto de rock? Solo la dichosa mascarilla nos da un pequeño recordatorio de alerta: no ha terminado, pero falta poco.
Como nunca, como siempre
Mismo sitio, mismas intenciones, solo que con un ligero retraso de año y medio. Lo que para Belako y sus fans iba a ser un show previo a publicar su cuarto trabajo Plastic Drama en mayo de 2020, se convierte en un bolo de plena gira que por suerte para los vascos ha podido ser bastante extensa y accesible al público, dentro de lo que cabe. Por fin, volvemos al punto de partida. ¿Con quién iba a ser, sino con las cuatro locas que se montaron en un camión-escenario para hacer un tour de autocines en plena pandemia?
La excitación empieza a efervescer junto con la aparición del humo en el escenario y la gente se agolpa a por el mejor sitio. Tan cotidiano y tan emocionante de contarlo. Sea Of Confusion arranca la velada con la inocente timidez de haber perdido la costumbre de tener el público vigilante, o quizás con la misma cautela inicial de siempre, para tantear del ambiente. Como sea, el charles suelto de Lander nos guía el camino y tras varios golpes certeros empiezan a brotar las sonrisas y a verse los primeros balanceos; sí, así se hacía.
De menos a mucho más
Avanza la noche y las piezas empiezan a encajar cada vez mejor. Lore y su bajo cogen los mandos en Two Faced Simulation y Fire Alarm, y Josu, que nunca parece agobiado, se da un paseíllo por detrás del escenario. Entre el público se suceden las idas y venidas para comprar más cerveza mientras el ambiente se caldea a fuego lento. Nomad acaba por encender la mecha y Cris dibuja una amplia sonrisa mientras se ven los primeros saltos al ritmo de sus teclas (que aunque no suenen en directo, poco importa). Este caldo ya hierve, es hora de echar el arroz.
Estamos en la Bóveda, pues marchando una tanda de guitarrazos contundentes sacados de Plastic Drama. Primero la electrizante All Nerve para sacudir las últimas vergüenzas y cantar a todo trapo en el binomio formado por Truth y Truce. Para cerrar, la colectiva The Craft y Tie Me Up, coreadas cuales himnos de bar que se sabe todo el mundo. Sin lugar a dudas, un repertorio contundente y la mar de acertado para el lugar y la ocasión. El “beste bat! (otra más)” general es respondido por Cris al grito de “masclistes, fora!”, culminando la noche con la rabiosa Over The Edge y Haunted House, catarsis colectiva marca Belako: nadie quieto, todas saltando.
Y a la conclusión, que siga el baile. Los que se van, se van; y los que no tienen prisa, se quedan, como nunca tenía que haber dejado de ser. Una noche como tantas que hemos vivido y querremos vivir siempre, con la música, nuestras salas y nuestra gente. Y ahora que estos meses tan duros parecen empezar a tocar fin, que la euforia del momento no nos quite el foco de lo importante: apoyemos a las bandas, blindemos las salas que tan buenos momentos nos dan y exijamos a las instituciones su responsabilidad con la cultura. Ah, y otra cosa: si vuelven los conciertos de pie, pero no las plagas de móviles sobre nuestras cabezas, tampoco pasa nada, ¿no?
Autores de este artículo
Mikel Agirre
Miguel López Mallach
De la Generación X, también fui a EGB. Me ha tocado vivir la llegada del Walkman, CD, PC de sobremesa, entre otras cosas.
Perfeccionista, pero sobre todo, observador. Intentando buscar la creatividad y las emociones en cada encuadre.