Lo de ver a Chaqueta de Chándal tocar en directo es un auténtico prodigio de cómo exprimir al máximo una formación de tres personas, de cómo sonar contundentes y complejos con nada más que una guitarra eléctrica, una batería y un par de teclados. Ni segunda guitarra, ni bajo, ni ningún añadido más se echó de menos durante el concierto del grupo de Barcelona en LAUT, club consagrado en la electrónica que abre ahora sus puertas a la música en directo de bandas como la que nos ocupa.
El local, una de estas salas con forma de pasillo interminable, presentaba una asistencia respetable para un grupo relativamente joven. Pero claro, es que ellos, Guillem Caballero (voz, teclados), Natalia Brovedanni (guitarra) y Alfonso Méndez (batería) no son precisamente jóvenes en la escena local, habiendo hecho carrera en anteriores bandas como Els Surfing Sirles, Santa Rita o (lo:muêso). En las primeras filas se encontraba preparado un pequeño grupo de acólitos de la banda preparado para corear cada letra a pleno pulmón. Estaba claro que el grupo jugaba en casa esa noche.
El concierto se abrió con las olas de sintetizador de La inopia, una atmosférica introducción que deja ya ver algunos de los rasgos definitorios del grupo, a saber, unas letras con una buena dosis de mala leche y guasa y un sonido de regusto lisérgico. Después de este pequeño momento de tranquilidad el grupo pega un volantazo y entran en terrenos mucho más cañeros, mezclando Power Pop coreable con una sección rítmica post-punkarra y un Guillem totalmente desenfrenado a los teclados. Cuando parece van a seguir en sus canciones una estructura más o menos estándar dan otro giro radical hacia el krautrock y la psicodelia más hipnótica. Ellos se definen como una mezcla entre La Polla Records y Neu! que acaba sonando un poco a Los Brincos. Yo los situaría en un punto medio entre los temas más pegadizos de The New Pornographers y las marcianadas de sus contemporáneos Perro.
Por supuesto todo lo mencionado en el párrafo anterior no sorprendería demasiado a cualquiera que hubiera escuchado ya su disco Gimnasia menor (Bankrobber, 2019), ya que su directo consistió enteramente de las canciones ahí presentes. Aún así, la experiencia de escucharlos en ese contexto, rodeado de gente y con una clara complicidad entre público y banda, acabó siendo mucho más satisfactoria que la de escuchar un disco que a veces se puede sentir falto de emoción. Las canciones sonaron mucho más potentes y atrayentes.
El concierto mantuvo la energía hasta el final y tras unos cuantos chascarrillos entre canción y canción, un pequeño tutorial de cómo tocar el himno del PP a teclado y una obligada mención al omnipresente coronavirus el grupo llegó al final con el tándem de Bajón en el Masnou y Maldito parné, un colofón perfecto para la noche con el que hicieron bailar sin parar a casi veinte personas en la sala (un gran logro para lo que viene a ser un concierto indie en Barcelona) y con el que se ahorraron el cansino paripé de hacer un bis claramente ensayado. Apenas cincuenta minutos de concierto necesitaron Chaqueta de Chándal para demostrar todo su talento.






Autores de este artículo

Miguel Lomana

Aitor Rodero
Antes era actor, me subía a un escenario, actuaba y, de vez en cuando, me hacían fotos. Un día decidí bajarme, coger una cámara, girar 180º y convertirme en la persona que fotografiaba a los que estaban encima del escenario.