Cut Copy es una de las bandas imprescindibles del synth-pop de los últimos 20 años. El trío australiano saltó a la fama en 2008 con la publicación de In Ghost Colours (Modular Records), convirtiéndose en unos fijos de los festivales de todo el mundo. Ahora, la gira que forma parte del ciclo de conciertos Vida, Records & Friends –organizado por el mismo festival–, les trae de nuevo a Barcelona para presentar, en la Sala Apolo, su último proyecto Freeze, Melt (Cutters Records, 2020).
Hablamos con Tim Hoey, guitarrista y bajista de la formación, por videollamada, sobre su retorno a la carretera.
¿Cómo es tocar en 2022 canciones que fueron publicadas en 2020 y compuestas incluso antes?
La realidad es que solo el volver a salir de gira ya ha sido un poco extraño. Honestamente, hubo momentos durante los últimos dos últimos años en los que pensamos que quizás nunca volveríamos a tocar en directo. Es una bendición volver a estar en la carretera, aunque por momentos no haya sido fácil. Viajar en una burbuja no es fácil, sin poder salir para encontrarte con nadie, ni visitar nada.
Es la primera vez que tocáis en directo los temas de vuestro último álbum Freeze, Melt (2020, Cutters Records). ¿Cuál está siendo la recepción del público?
Está siendo muy emocionante. Tocar el nuevo material en directo es la mejor manera de conocer cómo la gente ha interactuado con el nuevo disco. Ves las reacciones y cómo se comportan… Es más reconfortante que leer los comentarios que nos dejan en Instagram (risas).
Lanzasteis el disco en pleno confinamiento, ¿por qué?
Cuando terminamos de trabajar en el álbum estábamos muy orgullosos con el resultado. Fue muy extraño tener que debatir sobre si lanzarlo o no en el momento que habíamos previsto inicialmente por la cuarentena… Pero al final decidimos hacerlo para que la gente tuviera algo que escuchar en casa.
Resulta curioso que un trabajo realizado antes de la pandemia tenga ese sabor tan relacionado con el confinamiento…
Sí, es curioso. Suena un poco como un álbum compuesto durante la pandemia, pues muchas de las temáticas que aparecen en el álbum están relacionadas con el aislamiento. Nos pusimos a trabajar en el disco justo cuando Dan (Whitford, vocalista de la banda) se acababa de mudar a Copenhague. Fue su primer invierno allí, por lo que no conocía a mucha gente y se pasó mucho tiempo en casa, a consecuencia del frío y las pocas horas de luz. Por este motivo, muchas de las canciones del Freeze, Melt tratan sobre esa sensación de soledad y de estar lejos de los demás.
Muchas de las canciones del Freeze, Melt tratan sobre esa sensación de soledad y de estar lejos de los demás.
¿Aprovechasteis el parón por el confinamiento para trabajar en más música nueva?
No hicimos música durante la pandemia. No nos parecía algo importante. Me encontraba en Estados Unidos y estaban sucediendo muchas cosas a la vez: la pandemia, protestas, unas elecciones… En aquel momento, la música no parecía una prioridad.
Tanto en el Freeze, Melt como en el anterior January Tape (2016, Cutters Records) habéis explorado texturas de la música ‘ambient’.
(duda) El último álbum fue realmente un desafío. Normalmente, nuestra música es muy densa. Hay muchas canciones y muchas sonoridades dentro de ellas. En este caso, la idea era reducir los elementos de la canción a tres o cuatro: una caja de ritmos, un sintetizador y poco más. Nos propusimos el reto de trabajar con estos ingredientes. Fue una decisión consciente pese a que nunca lo habíamos hecho así. Estamos muy felices y orgullosos del resultado final.
¿Así es cómo encaráis los discos, como un reto?
Definitivamente cada álbum es un nuevo desafío. Cuando estamos de gira, nos pasamos el día comprando discos y viendo a otras bandas en vivo. Intentamos absorber toda esa cultura diferente a la nuestra. Cuando llega el momento de hacer un nuevo disco, nos retamos a nosotros mismos a introducir alguna de estas ideas. Por ejemplo, en el In Ghost Colours (2008, Modular Recordings), Dan (Whitford) tocó la guitarra aunque no lo había hecho nunca y yo aprendí a trabajar con el sintetizador. En el caso del Freeze, Melt, el reto ha venido por el estilo. Nos preguntamos, ¿nuestras canciones pueden existir con solo una caja de ritmos y un sintetizador? Ha sido un proceso muy enriquecedor.
¿Es este el nuevo camino que queréis emprender como banda?
Hemos decidido abrirnos a todo. No nos cerramos ante ninguna idea. Quizás en el futuro hacemos un disco de ‘house’, o exploramos más el sonido de las guitarras… O incluso nos desviamos con el pop. Nunca se sabe.
Lo hemos discutido mucho este año, si seguimos a lo nuestro haciendo álbumes, o nos abrimos y hacemos solo canciones para lanzarlas de manera individual.
Me he fijado en que la canción más corta del álbum supera los 4 minutos de duración. ¿No prestáis atención a las voces que aseguran que, en el pop actual, los temas no deben superar los 3 minutos?
Sí lo sabemos… Pero honestamente nos cuesta desde el principio. Incluso en el Bright Like Neon Love (Modular Recordings, 2004) todas nuestras canciones ya superan los 4 minutos. De hecho, cuando tenemos que hacer la edición en single o para la radio de nuestras canciones es una tortura. Tener que cortar fragmentos, decidir cuáles… Nos cuesta el formato single. Quizás es un reto para el próximo álbum, el intentar hacer canciones-píldora de 3 minutos.
Habéis notado un cambio en la manera de consumir música desde que empezasteis?
Todo se ha acelerado muchísimo. Es brutal la velocidad con la que la música se consume hoy en día. Sale una canción, la gente la escucha y todo sigue adelante. Tienes que trabajar muy duro para que la gente interactúe con algo creativo y lo mantenga en el tiempo.
¿Cómo os estáis adaptando a esta nueva realidad en la que cada vez es más importante estar presente en redes sociales como Instagram o Tik Tok?
Es terrible. ¡Estamos desesperados! Constantemente nos piden interactuar a través de las redes sociales… Pero no somos buenos en ello. Hay algunos artistas que son realmente buenos en ello, pero nosotros siempre sentimos que lo estamos forzando… Nunca se siente genuino. Incluso sabiendo que es algo importantísimo para nosotros o para cualquier artista. Nos parece un mundo muy lejano, aunque irónicamente My Space fue clave para nosotros, sobre todo para darnos a conocer internacionalmente.
Y en el formato playlist, ¿os sentís más cómodos?
Tengo un montón de playlists hechas, pero luego me las pongo y no recuerdo haber añadido o escuchado algunas de esas canciones en mi vida… (risas) Lo hemos discutido mucho este año, si seguimos a lo nuestro haciendo álbumes, o nos abrimos y hacemos solo canciones para lanzarlas de manera individual. Veremos en el futuro.
En los últimos años, estilos musicales como el reguetón o el K-pop están copando la escena mainstream. ¿Bebéis de estos estilos para crear vuestra música?
En los últimos tiempos, me esfuerzo en escuchar más música contemporánea. Resulta siempre interesante escuchar diferentes estilos. Sobre todo, me gusta escuchar lo mainstream para intentar descubrir por qué ese tipo de música es atractiva para la gente. A veces, puedo resolverlo y otras soy incapaz. Es estimulante intentar absorber conceptos de todo lo que se mueve en el mundo hoy en día y además es muy fácil.
¿Esa facilidad por acceder a la música es sencilla de gestionar?
Hoy en día es tan fácil escuchar lo último de Bad Bunny, como un disco de ‘dark ambient’ por Bandcamp. Es demasiado, inacabable. Hay muchísima música y tienes que saber decidir qué camino tomas y ver a dónde te lleva.
Nuestro primer concierto internacional fue en Razzmatazz. Fue absolutamente alucinante. Por eso siempre guardo un bonito recuerdo de la ciudad.
Hablemos de la gira, ¿cómo ha sido incluir las canciones más reflexivas y pausadas del nuevo álbum en un espectáculo eminentemente energético y bailable?
Nos ha hecho sentir que tenemos que construir un arco en nuestros conciertos. Buscamos que haya fluctuaciones y momentos más relajados para que después el ambiente suba y culmine todo en un clímax. Por supuesto, mantenemos gran parte de los temas más energéticos, también tocamos temas antiguos que no habíamos explorado en directo antes. Creo que hemos conseguido que el nuevo directo fluya muy bien.
Pese a que muchos artistas de música electrónica actúan únicamente con un ordenador portátil, vosotros continuáis fieles a vuestros instrumentos. ¿Lo consideráis un valor añadido?
Es algo que siempre hemos hecho. Ciertamente, girar con un ordenador y un mini-teclado sería mucho más fácil y barato… Pero es algo que siempre hemos hecho y las bandas con las que crecimos tenían también ese elemento de tocar sus instrumentos en directo, a la vez que añadían elementos electrónicos… Además, creo que actuar con instrumentos es algo más atractivo para el público, aunque he presenciado algunos conciertos en los que con solo un ordenador se creaban cosas impresionantes. Alguna vez hemos pensado en hacer algo totalmente diferente y no lo descartamos para el futuro.
Cut Copy ya tiene más de 20 años de vida… ¿Han cambiado vuestras giras desde que empezasteis? ¿Se han convertido en más aburridas quizás?
Nosotros sí que somos más aburridos como personas (risas). Los sitios que visitamos siguen siendo igual de emocionantes. A medida que nos hemos hecho mayores, nos tratamos mejor a nosotros mismos en la gira, porque ya no nos recuperamos de la misma manera. Cuando teníamos 20 años, pasábamos mucho más tiempo fuera, explorando los lugares en los que estábamos, haciendo cosas… Ahora pasamos mucho más tiempo haciendo cosas más aburridas como leer o ver baloncesto…
En definitiva, descansando…
Exactamente. Los conciertos continúan siendo muy energéticos, así que tenemos que reservar nuestras fuerzas para ellos. Es muy diferente irte de gira en tus ‘veintes’ que en tus ‘cuarentas’. Pero bueno, continúa siendo muy disfrutable, sobre todo ahora que espaciamos mucho más los eventos. Cuando nos fuimos de gira a presentar el Zonoscope (Modular Recordings, 2011), tocábamos cada dos días… Era una locura. No creo que fuéramos capaces de mantener ese ritmo ahora mismo.
¿Guardas algún recuerdo especial de Barcelona?
España, y específicamente Barcelona, fue el primer país que visité fuera de Australia. Nuestro primer concierto internacional fue en Razzmatazz. Fue absolutamente alucinante. Por eso siempre guardo un bonito recuerdo de la ciudad.
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