Viernes previo a un largo puente e implosión de la agotadora campaña navideña; se avecinan días de mercadillos, feroces compras, noria y escapadas a la montaña (o al lugar más lejano posible) para el que pueda. Pero antes de adentrarnos en la vorágine invernal de la ciudad, tenemos una cita ineludible con el fuego eterno, traído desde tierras andaluzas a la sala Upload por el blues y boogie infernal de los Guadalupe Plata.
Un combo todoterreno que no necesita presentación, aunque, para el que no los ubique, diremos que son una de las bandas más originales del panorama nacional y que no paran de recibir elogios de la crítica internacional o de auténticas leyendas como el mismísimo Iggy Pop, quien los ha pinchado en más de una ocasión en su programa de radio de la BBC. Acompañados por truenos, emergen entre el tenue rojo que bañaba las tablas de la sala del Poble Espanyol para arrancar una dinámica velada de hora y media in-crescendo y sin respiro.
Desde el inicio por terreno pantanoso, el trepidante boogie de Rata calienta motores a ritmo de maracas, para seguir sumando revoluciones con Hoy Como Perro. Sobra mencionar que nos encontramos ante dos virtuosos bañados en técnica magistral y que hacen que parezca fácil cualquier cosa. Cuesta identificar todo lo que hace la mano derecha de Pedro de Dios con la guitarra, y la velocidad y precisión de Carlos Jimena en el ride podría tenernos hipnotizados durante días.
Pasamos del galope al blues más crudo con Tengo El Diablo En el cuerpo, donde reptamos por el árido desierto. No sonarán los temas más recientes de The Devil Can’t Do You No Harm, disco a medias con Mike Edison, publicado en 2021, pero el repertorio es suficientemente extenso como para no poder salir del adictivo tornado que forman bombo y guitarra. Las enloquecedoras Serpientes Negras y Calle 24 nos ponen a bailar mientras recordamos palabra por palabra ese asesinato de una vieja a un gato que cantábamos en el patio del colegio, y para estas alturas ya estamos metidos de lleno en un show que nos sumerge en un bucle infinito de gasolina, sudor y distorsión, de los que crean escuela. Cualquier amante del rock, o de la música en general, debería ver a este pedazo de grupo al menos una vez en su vida.
La psicodelia de la sala Upload les viene como anillo al dedo, siendo ya palpable un ambiente más que caldeado por sus baldosas de tablero de ajedrez. El tercer Guadalupe sale a escena para acompañar con la botella en la solemne Lo Mataron y siguen como trío durante unos temas haciendo bailar a todo el personal con sus lisérgicas y surrealistas letras, al borde del manicomio (Huele a Rata). Culmina la catarsis con Me Vuelves Loco, que hace estallar un pogazo que podría generar energía renovable.
A gritos de “Guadalupe” el público los hace volver para interpretar dos últimos temas en los que la batería bailaba como si quisiera salir levitando. “Muchísimas gracias”, fueron las dos únicas palabras que dirigieron a su público en toda la noche. Cuando eliges el lenguaje de la música, no se necesitan más.





Autores de este artículo

Mikel Agirre

Miguel López Mallach
De la Generación X, también fui a EGB. Me ha tocado vivir la llegada del Walkman, CD, PC de sobremesa, entre otras cosas.
Perfeccionista, pero sobre todo, observador. Intentando buscar la creatividad y las emociones en cada encuadre.