Iseo & Dodosound, el dúo navarro de reggae, dub y electrónica, formado por Leire Villanueba (1991) y Alberto García (1988), celebra su décimo aniversario en el mundo de la música con una gira para presentar su nuevo álbum, En La Tormenta.
Durante el circuito de conciertos, la banda recorre un gran número de salas. Tanto es así que actuarán dos fechas seguidas, el 20 y el 21 de febrero, en la Apolo de Barcelona.
Desde que empezaron a hacer sus pinitos en 2014 hasta ahora, su nivel de influencia se ha consolidado y continúan preservando la esencia artística y creativa que los ha catapultado a compartir su proyecto musical en festivales internacionales y estatales de referencia.
Iseo & Dodosound, influenciados por el productor cántabro, Roberto Sánchez, por Chalart58, perteneciente a la movida de la Panchita Records (Barcelona), así como por el indie rock de Florence and the Machine y la música jamaicana, ha querido seguir la estela de la escena cultural independiente. Una de las pruebas que lo confirma es que sus procesos de creación son prácticamente los mismos que cuando se iniciaron en la industria, con la diferencia de que, hoy por hoy, disponen de un mayor presupuesto. Un colchón que les ha permitido acercarse a un sonido orgánico y a unas bases instrumentales que no dependan, en exclusiva, de la electrónica.
Conversamos sobre la vida misma y la transcendencia de los mensajes, recogidos ‘En La Tormenta’, con el grupo que defiende tener en mente un millón de ideas para dar rienda suelta al ingenio.
En La Tormenta, track con el que abrís el disco, versa sobre abstracciones, tales como la libertad, la tristeza, la soledad, la nostalgia.
Iseo: En La Tormenta, la energía y el sentimiento van por el camino que comentas. A veces es natural sentirse un poco a la deriva sin saber muy bien dónde está el norte. Sin embargo, pienso que el tema también tiene un halo de esperanza, en el sentido de saber que la tormenta pasará y amainará.
Sí es verdad que, durante el 2023, al mismo tiempo que nos encontrábamos componiendo el disco, estábamos de gira. Por eso, al haber atravesado altibajos este último año, en el álbum se ve plasmada la tormenta, acompañada de emociones muy distintas entre sí.
Como Un Volcán reivindica fluir en el amor y en la vida sin miedo a la caída. ¿Con la edad, ha cambiado vuestra forma de interactuar con el mundo?
Dodosound: Yo creo que ese modo de actuar sin tener presente la repercusión externa tiene mucho que ver con subirse a un escenario. En general, hacer música y arte implica exponerse a los demás sin miedo al qué dirán; sin miedo al ridículo, al fracaso o al rechazo. Y, en ese sentido, considero que no hemos cambiado con el tiempo. De hecho, nos inspiran las personas que van dejando el miedo atrás, conforme crecen.
En Lo Que Fue decís: “Pienso en lo que fue, en lo que no pudo ser / En el ayer, en cómo hasta aquí llegué / Pienso en el mañana, en lo que algún día seré / En el camino que tendré que recorrer”. ¿Os abruma vivir entre dos temporalidades, entre el pasado y el futuro? Sobre todo, teniendo en cuenta la intrusión de la inteligencia artificial en el ámbito creativo.
D: La inteligencia artificial ya está modificando las reglas del juego, y no es un cambio que repercuta exclusivamente en la industria musical. Tampoco estamos preocupados por la IA. Es muy complicado sustituir la música en directo, porque a la gente le gusta sentir que viene de una persona y no de un aparato.
Volviendo a la dicotomía que planteabas entre pasado y futuro, cuando empiezas a montarte cábalas, es normal que, en algún momento, sientas ansiedad, miedo a perder lo que has alcanzado y a no cumplir con las expectativas que han colocado en ti. En el fondo, es tan difícil vivir en el presente que por eso miramos más hacia el pasado y el futuro.
La clave para no perdernos en los focos y en el caramelo envenenado – puede que la fama tenga un poco de ambos ingredientes –reside en ser conscientes de que nuestro trabajo es igual que otro, lleno de glorias y sacrificios con los cuales hay que aprender a convivir.
Cuando Salga El Sol es una oda al hedonismo, al disfrute y al buen rollo. Aunque la gente ajena a la farándula tenga un imaginario social idealizado de la vida artística, ¿cómo vivís la cara B de la profesión?
I: Al haber vivido ya 10 años de la música, sí que puedo aseverar que existen bastantes más peajes de los que, desde fuera, se llegan a pensar.
Este oficio es muy opaco de cara al público, porque con él solo compartimos espacio y tiempo presencial en los conciertos. Los espectadores gozan de una hora o dos de nuestro trabajo, pero hay aspectos que se desarrollan detrás del telón, desde cómo se compone una canción hasta cómo se arma una gira, pasando por la toma de decisiones. Y comprendo que, desde fuera, cueste descifrar la opacidad.
A pesar de eso, no olvidamos que tenemos ventajas y privilegios. Ante todo, yo lo que siento es fortuna por podernos dedicar a lo que nos apasiona y, por otro lado, ejercer de emprendedores. Al final, hemos apostado por algo en lo que creemos y nos ha salido bien, con lo cual no quiero desmerecer la trayectoria que hemos seguido.
La clave para no perdernos en los focos y en el caramelo envenenado – puede que la fama tenga un poco de ambos ingredientes –, y así mantenernos con los pies sobre tierra firme, reside en ser conscientes de que nuestro trabajo es igual que otro, lleno de glorias y sacrificios con los cuales hay que aprender a convivir.
Tras haber tocado en festivales internacionales del calado de Isolent, en Francia, Bababoom, en Italia, o Outlook, en Croacia, entre muchos otros, vuestra notoriedad ha dado un salto. Inmersos en esta vorágine, ¿vuestra salud mental se ha visto afectada por la fama?
D: Al final, el hecho de tener unos horarios tan inestables y que transcurren a contracorriente perjudica el propio descanso, e incluso nuestra orientación. Como consecuencia de ello, está claro que algunos momentos han sido difíciles y hemos tenido que parar durante una temporada; refugiarnos en la terapia o en los nuestros. En ese aspecto, no nos diferenciamos de otros artistas que han reconocido, públicamente, haber sufrido ansiedad y crisis emocionales.
A veces, mantener el equilibrio en la profesión que hemos escogido resulta un auténtico desafío, pero también somos conscientes que va por épocas. Por ejemplo, sabemos que el ajetreo que se instala cuando nos encontramos de gira puede conllevar que nos perdamos. Pero solo por momentos, porque lidiar con nuestro nivel de fama es bastante fácil. O sea, al no ser un grupo ultrapopular y al encarnar un proyecto que apuesta por la música en directo antes que nada, no estamos pagando ninguna factura por culpa del éxito.
Desde vuestros inicios en el mundo de la música, los dos habéis optado por usar nombres artísticos como carta de presentación. ¿Esto responde a una estrategia para crear una disociación entre persona y personaje?
I: En una canción se pueden llegar a contar historias muy íntimas y personales. Es por ello que, bajo mi punto de vista, la necesidad de quedarte medio escondida, de escudarte en la recámara, no emana tanto de la búsqueda de un nombre artístico o un alter ego, sino más bien de desapegarte del relato, una vez el oyente entra en el tablero.
En cualquier caso, considero que cada persona lleva los temas a su terreno en función, probablemente, de las experiencias vitales que esté atravesando.
Sin Bandera es un alegato, a viva voz y en contra del patriotismo nostálgico, en el cual dignificáis a las personas migrantes. ¿Qué pretendías con este tema y cómo germinó la semilla que os hizo componerlo?
D: Más allá de dignificar a las personas migrantes, con Sin Bandera pretendíamos poner de manifiesto los privilegios de Occidente y, en esa línea, exponer cómo de fácil es desplazarnos y viajar por el mundo sin visado para cumplir nuestro sueño de “aventureros”. Mientras tanto, la “aventura”, para otros, supone el inicio de un martirio prolongado.
En cuanto a la composición, no ocurrió ningún acontecimiento en concreto que nos impulsase a ella. Es como si ahora escribieras una canción que tratase de Palestina cuando, precisamente, el conflicto viene de lejos y es atemporal.
Queríamos ser coherentes con nuestro repertorio, publicado a lo largo de los años, en el cual se encontraba Lost City, un tema sobre los refugiados sirios con el que abrimos nuestro segundo álbum, ‘Roots in the Air’.
Llevando tanto tiempo en la profesión, obviamente que nuestra música puede contener política porque, si solo hiciéramos un repertorio enfocado al ocio, a la jovialidad y al divertimento, la obra no sería del todo fiel a quienes somos como personas.
Considerando que en el mainstream no tiene cabida lo transgresor, ¿entendéis la música como arma política y de protesta?
I: Llevando tanto tiempo en la profesión, obviamente que nuestra música puede contener política porque, si solo hiciéramos un repertorio enfocado al ocio, a la jovialidad y al divertimento, la obra no sería del todo fiel a quienes somos como personas. Por eso es inevitable que nuestra esencia termine permeando en las letras y hablemos de migración, guerras, injusticias sociales, igualdad, machismo.
Nunca tenemos la certeza de que el mundo vaya a cambiar. Tal vez, al utilizar el altavoz del cual disponemos, despertamos empatía en el público, aunque, en ocasiones, nos invade una sensación de estar predicando en nuestra parroquia.
Lo que nosotros hacemos no es canción protesta, pero tampoco deseamos contribuir al grado de edulcoración que vierte el mainstream en la cultura.
En el último track del LP, titulado 21, denunciáis los feminicidios, la xenofobia, el drama en el Mediterráneo y las “garras de la tecnología”. Frente a un mundo tan convulso, ¿qué propondríais para atajar de raíz las problemáticas sociales
D: En 21 tocamos diversos males del siglo XXI, a pesar de que, quizá, la mayor tragedia no es que sean de este siglo, sino que muchos de ellos los hemos heredado y todavía no se han solucionado a día de hoy.
Nuestra intención responde a lanzar un lamento colectivo mediante la letra. De hecho, en uno de los versos nos reconocemos explícitamente en esa desolación, de la mano de la sociedad. Y eso se contradice con conocer la solución del problema. De algún modo, hemos admitido nuestro papel y, por lo menos, nos hemos quitado el peso de una hipocresía que nos mancha a todos.
Ahora podría decirte que no me adhiero a ningún manual para arreglar estas causas, que es un poco lo que se vende actualmente desde la esfera política. Lo que entiendo es que se merecen soluciones complejas y mucha paciencia, porque considero que la mayoría de los problemas sociales son crónicos.
El álbum pone múltiples temáticas sobre la mesa. No obstante, ¿cuál dirías que es su leitmotiv?
I: ‘En La Tormenta’ engloba ejes tan profundos como la incertidumbre, la confusión y el miedo que nos acorrala cuando somos incapaces de ver la luz, a causa de un temporal feroz. En paralelo, del disco emana la celebración, la alegría, el placer.
Pasado el vendaval, cuando echas la vista atrás y contemplas el disco en perspectiva, te das cuenta de que la vida, al fin y al cabo, es así de poliédrica.
Esta vez, al tratarse del primer disco que hemos compuesto íntegramente en castellano, el mensaje de las canciones ha calado mucho más en la memoria de la mayoría de nuestro público, que es hispanohablante. Nos están preguntando por las letras como nunca, cosa que nos parece bonito e interesante.
Así como una fotografía inmortaliza un instante, un disco es una pequeña cápsula de los estados de ánimo y las vivencias que, en nuestro caso, hemos ido experimentando durante el tiempo en que hemos estado trabajando en el proyecto.
La introducción de sonidos ambientales me ha llevado a plantearos qué relación mantenéis con vuestro hogar.
D: Ahora que residimos en Asturias, que no es de donde procedemos, cada vez nos sentimos más conectados con las amistades que no hemos dejado de ver, con nuestra familia y con nuestro pueblo. Es cierto que, en los últimos años, el devenir que ha tomado nuestra carrera musical y la cantidad de proyectos con los cuales nos hemos comprometido, además de ponerse la pandemia por en medio, han provocado que estuviéramos alejados de nuestro entorno, de nuestro origen.
El segundo trabajo, por ejemplo, decidimos llamarlo Roots in the Air, porque desde que comenzamos a hacer música juntos estuvimos lejos de casa. Digamos que conservábamos las raíces, pero no estaban arraigadas en el suelo. Ese nomadismo se ha percibido en nuestra música, e igual de ahí nació la inquietud de enmarcar nuestras canciones en un espacio, a través de sonidos ambiente.
En el transcurso del álbum se oye el rumor del mar, del oleaje, al tiempo que el ruido de la lluvia y la tormenta. ¿A qué se debe esta omnipresencia del agua?
I: El agua representa uno de los hilos conductores y conceptuales del LP. Titulándose En La Tormenta, queríamos mostrar un viaje por varias situaciones emocionales, inaugurándolo justo con una tempestad. Cuando terminamos con 21 y el solo del trombón, lo último que se acaba oyendo evoca una ciudad en la que ya ha parado de llover, una señal de que el camino se dirige hacia una cierta tranquilidad.
D: Aparte de los elementos de agua, hemos incorporado un naturalismo musical con la finalidad de transportar, a la audiencia, a un paisaje. Perseguíamos el propósito de crear sensaciones, no solo con las letras, las melodías o los meros instrumentos, sino también a base de cerrar los ojos y hacer volar la imaginación.
Llegados a vuestro décimo aniversario de carrera musical, ¿con qué aprendizaje os quedáis y qué retos afrontáis de cara al futuro?
D: Para mí el aprendizaje con el cual me quedo es que no existen objetivos, sino estados. Lo fundamental, después de tantos años de gira y de haber construido una familia alrededor del proyecto – unas personas han entrado y siguen aquí, otras han salido –, es tener al equipo contento y que todo el mundo se sienta escuchado y con plena libertad de expresarse en un ambiente sano.
I: En la línea de lo que comenta Dodo, hay que cuidar aquello que se tiene cerca, porque, al final del día, caes en la cuenta de que es lo realmente importante.
En referencia a los retos, este 2024, que promete ser intenso al estar dictado por la salida de ‘En La Tormenta’, nos enfrentamos a una gira ambiciosa. Hasta el momento, es la gira de salas más extensa que hemos llevado a cabo. Entonces, con respecto a eso, la meta que me he marcado para este año es saborearlo estando conectada al presente y, a su vez, sentirme agradecida por lo conseguido.
Si pudierais volver atrás, ¿a qué instante de vuestra trayectoria regresarías?
D: Pues volvería a cuando estábamos componiendo el primer álbum, porque guardo un recuerdo tan bonito de aquello… No me inmiscuiría para alterarlo; no me arrepiento de nada de lo que ocurrió. Me gustaría, simplemente, observarlo desde fuera, como espectador.
I: Yo preferiría no volver a repetir ninguno de los momentos, debido a que ya los hemos atravesado y celebrado. Entonces me quedaría en el aquí y el ahora y con la ilusión de lo que está por venir.
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