Después de la bajona postvacacional de septiembre, de la fatídica vuelta al cole y los anuncios de nuevos coleccionables en tu kiosko llega La Mercè: esa tregua, ese puente que interrumpe el primer mes del curso y te llena la ciudad de música y color. Parte del salero de esta edición fue proporcionado por su ciudad invitada, que, como veréis en las fotografías de más abajo, es una de las más creativas de Oriente Medio. Hablamos de Beirut, la capital del Líbano.
El 20 de septiembre se inauguraba la fiesta con La Casa Azul presentando su nuevo disco La gran esfera, la londinense Arlo Parks rapeando para su generación, que considera la más triste, o la joven DASA y sus canciones para (no) estarlo. En la plaza de Joan Coromines se instaló el festival Portugal Alive, que nos trajo a tres grupos emergentes del país vecino: Reis da República y su vibra ochento-noventera, el trío electrónico-rockero Whales y Conan Osiris, que nos hizo pensar que realmente era Libanés.
Playback Maracas hizo vibrar la plaza dels Àngels con su propuesta de orquesta electrónica lunar. Psicodélicos, pero no tanto como Pau Riba y De Mortimers, que seguían celebrando los 50 años de Dioptria en el Moll de la Fusta. También en el muelle cantó El Petit de Cal Eril, para un público que se empapaba de su tranquilidad. En la playa del Bogatell, el escenario Estrella Damm daba paso al indie-pop de Dorian y terminaba con el ritmo de Oques Grasses.
Al día siguiente, mientras los mallorquines Da souza tocaban su Fútbol d’avantguarda, Jay Jay Johanson ponía sus más de 20 años de experiencia sobre el escenario con su música sintética y experimental, como la del binomio violín-piano Sara Fontán, que actuaba en la Antigua fábrica de Estrella Damm antes de Courtney Marie Andrews, Lorena Álvarez (sustituyendo a Maria Rodés), Yawners e Y la Bamba.
La poderosa Michelle David & the Gospel Sessions llenó la plaza hasta invadir la calle contigua. Al lado, en la plaza Coromines, la noche empezó de tranquis con el folk de la siria Bedouine y la rapera irlandesa Biig Piig, y acabó post punk de la mano de Snapped Ankles. Al otro lado del MACBA la noche también acabó con guitarras, esta vez con el punk rock danés de Iceage.
El domingo 22 María José Llergo estremeció a su público con su nuevo single Nana del mediterráneo, que escuchaba bajo la lluvia. Era la fiesta de los 25 años de la revista Mondosonoro, también con Mattiel (EEUU, rock) y los ‘kinkidélicos’ Derby Motoreta’s Burrito Kachimba. En la Avenida de la Catedral, Pascal Comelade se despidió de los escenarios con la Cobla Sant Jordi, rodeado de invitados como Jaume Sisa (de forma virtual), Pau Riba, Gerard Quintana, Ivette Nadal o Max (dibujando).
Pinpilinpussies sustituyó a Gurr, y le siguieron la rapera Yugen Blakrok, de Sudáfrica, y los ingleses Vanishing Twin, con un proyecto rockero de Cathy Lucas. Nubiya García, en una noche que inundó el Moll de la Fusta de soul, jazz y afrobeat, nos demostró porqué es una de las principales artistas de jazz en el Reino Unido. En la Fábrica Estrella Damm, disfrutamos de una tarde futurista que mira al pasado con dream pop, future bass pop, electro-pop, rap lo-fi y nudisco, o lo que es lo mismo: Honolulu, North State, Say Yes Dog, Fanso y Tversky.
El lunes 23, la noche fue urbana en el Moll de la Fusta: los artistas Malikah y El Rass (Líbano), Tribade (Barcelona) y Danitsa (Francia) son diferentes, pero todos reivindican algo: el rap no tiene género, y está para denunciar las injusticias. El Reino Unido protagonizó los conciertos de la Plaza skater con Black Midi (post punk y math rock) y The Wedding Present (inde rock desde 1985) y les siguieron los holandeses Weval, acabando el evento con su electrónica elegante de combustión lenta.
En la Plaza Joan Coromines, el dúo libanés Praed mezclaba shabi (música popular árabe) con electrónica y free jazz. Charlotte Adigéry vino de Bèlgica con su Electropop ecléctico y The Mauskovic Dance Band nos hizo bailar a ritmo de cumbia, ritmos afrocaribeños y amor por los 70 y 80. En la Avenida de la Catedral, Luís Pastor cantaba libremente tras ser censurado en Madrid.
La conclusión está clara: BAM y Mercè Música han vuelto a aprobar en inclusión, diversidad y paridad, y me atrevo a decir (esto ya es opinión) que cada vez se superan en calidad y originalidad. Nos vamos a casa con ganas de buscar todos los grupos que nos han dado a conocer, y con la sensación de haber aprendido algo de Beirut, una ciudad que celebra la vida bailando.
Autora de este artículo
