Prolíficos, como pocos, The Lemon Twigs han editado, en un par de años, dos discos sin desperdicio: Everything Harmony (2023) y A Dream Is All We Know (2024). Lejos de parecer repetitivos, los hermanos D’Addario (Brian y Michael) continúan su expedición para compartir ese pop melódico (vía The Beatles, Beach Boys y otros grupos contemporáneos) con los que, todavía, creemos en ese olvidado vocablo llamado harmonía. ¿Nos situarían en ese mundo onírico? De la pareja dependía.
En este mundo obstinado en vender (falsos) descubrimientos, a precio de oro, no deja de ser chocante que dos jovenzuelos como Brian (27) y Michael (25), decidan reinventar a Brian Wilson o a chiflados que optan por la estética cadenciosa y enfrentarse (sin trampa ni cartón), a materialistas sin raza. Huyendo de estereotipos establecidos, han decidido enamorarnos con sus coplas (permítanme la castellanización) repletas de afinación y gusto.
No es ninguna casualidad que jóvenes aficionados de, por ejemplo, Glasgow, acudieran a la cita barcelonesa. Es muy probable que no conozcan, en su integridad, la primeriza obra pop de The Beatles ni la de The Beach Boys y menos la de la Electric Light Orchestra. No obstante, se sienten atraídos por esas canciones, de corta duración, que tanto alegran como dejan un poso de nostalgia.
Aclarémonos: Brian D’Addario (que lució una preciosa guitarra de lentejuelas) y su brother Michael no son los mejores músicos del mundo. Ni tan siquiera, acompañados por los adecuados multiinstrumentistas, Danny Ayala y Reza Martin, forman un combo espléndido. Tampoco es imprescindible. Lo suyo es hacer lucir las melodías compuestas del modo más eficaz posible y en ese campo, relucen sin artificios.
Brian y Michael montaron un show dedicado a sus dos últimas creaciones en vinilo, completado con algún meritorio hit anterior (I Wanna Prove To You) y un par de covers bien ejecutados como Transparent Day (The West Coast Pop Art Experiment Art) y una pieza de pop mayúsculo: el I Only Did It ‘Cause I Felt So Lonely de The Choir (gran trabajo con la harmónica).
Es evidente que canciones tipo Peppermint Roses parecen descartes del Rubber Soul del notorio cuarteto de Liverpool o que Any Time Of Day huele mucho a ELO (Jeff Lynne forever). Sin embargo, nuestros mozalbetes son capaces de insuflarle un original colorido a aquellas inmejorables obras, componiendo temas que no deberían quedar en saco roto. Hablamos de Foolin’ Around (glam rock sin salvaguardas), la espectacular They Don’t Know How To Fall In Place o You Are Still My Girl. Quedarán para el recuerdo, Corner Of My Eye y When Winter Comes Around, delicadísimas canciones de autor interpretadas por Brian en soledad y en modo acústico.
Debemos pasar del “todo está inventado” a creer en frescos músicos que veneran el pasado. Lo facturado por The Lemon Twings no es tributo, más bien tiene el sabor a honradez y a inocencia desperdiciada por tantos impíos. Los aficionados que reprueban a conjuntos que, supuestamente, tan solo imitan, siempre quieren dar la nota. Estos, presuntos, entendidos, censuran cualquier puesta a punto de sonidos pretéritos; yerran el tiro.
Un Apolo, rozando el sold out, les dio las gracias por beber de lo mejor. Las resurrecciones no existen. Al menos de momento.







Autores de este artículo

Barracuda

Marina Tomàs
Tiene mucho de aventura la fotografía. Supongo que por eso me gusta. Y, aunque parezca un poco contradictorio, me proporciona un lugar en el mundo, un techo, un refugio. Y eso, para alguien de naturaleza más bien soñadora como yo, no está nada mal.