Tras el apoteósico éxito conseguido por Erik Iglesias Rodríguez AKA Cimafunk en Barcelona hace un par de años, se había ganado, con creces, el derecho a regresar. La organización del Voll-Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona, nada ajena al revuelo organizado, optó por repetir concierto, sabiendo que las cartas estaban marcadas de antemano.
Desgraciadamente, el público no pudo apiñarse como otrora (aunque no pasó ni un momento sentado) pero, eso sí, pudo gozar desaforadamente. La fórmula médica concebida por el pintoresco artista cubano es de efecto fulminante, con sillas o sin ellas.
Avales y contextos
Chucho Valdés afirmaba en una entrevista: “Lo que ha hecho Erik es unir dos tendencias, la afrocubana y la afroamericana, convirtiendo esto en una nueva escuela que hasta ahora no había escuchado”. Por si fuera poco, George Clinton también sentenció: “Lo que hace Cima es como un nuevo funk”; mejores fiadores son difíciles de encontrar.
Precisamente con el creador de Parliament y Funkadelic ha grabado Funk Aspirin, tema incluido en su último álbum titulado El Alimento (Terapia Productions/Thirty Tigers, 2021). Este trabajo, que le nutrió espiritualmente en tiempos de pandemia, fue el eje por donde debía girar el espectáculo que el de Pinar del Río (La Habana, Cuba) nos trajo para revitalizar nuestras neuronas necesitadas, urgentemente, de antioxidante.
Las dos primeras sílabas del mote (Cima) hacen referencia a los cimarrones: esclavos rebeldes o fugitivos que perseguían la libertad usurpada. Rodríguez, africanista convencido, utiliza esta fuente para elaborar algunas de sus composiciones, pero sus fans le persiguen, básicamente para danzar; no es ningún pecado.
El chispazo que enciende la mecha, es ese singular compás aglutinador de genuino P-Funk, mambo, chachachá, cumbia acelerada o resonancias cubanas, que tanto recuerdan al conjunto Los Van Van. De todos modos, en “nuestra noche”, el funk ganó por goleada a los sonidos caribeños.
Alto voltaje
Teníamos ganas de comprobar cómo respondía el flamante repertorio (inferior al del debut) sin las significativas colaboraciones incluidas en la grabación. En ella encontramos, además de los citados Valdés y Clinton, a Lupe Fiasco, CeeLo Green o Los Papines, célebres percusionistas cubanos. Para llevar a buen puerto la ardua contingencia, el ardiente cubano estuvo escudado por un vigoroso combo, de siete elementos, deseoso de hacernos olvidar los lujos del estudio.
Guste o no la propuesta musical y su estilo como cantante (no nos atrevemos a denominarlo sonero), nadie puede quedar inalterado ante la bárbara presencia de Cimafunk; auténtica bestia escénica. Gasta maneras chulescas, pero ese descarado envalentonamiento es el secreto de su elevado carisma y de la energía transmitida; podrías hasta electrocutarte.
Lo importante es el ritmo
Sus recién estrenadas apuestas alimenticias como Caramelo, Rómpelo o los temas del EP de 2020, Cun Cun Prá y La papa, funcionan cual reloj, sin embargo, les falta recorrido para acabar de cuajar, el desmadre surge con los orígenes. No hay quien tosa a Paciente, Me voy, Ponte pa´lo tuyo o Basta, referentes, insuperables que forman parte de lo que, según sus propias palabras, todavía es un experimento.
Más allá de títulos, el discurso del caribeño se cimienta en el ritmo. Compases avivados que recuerdan, salvando todas las distancias que deseen, al venerable Clinton, Bootsy Collins o, cómo no, al padrino James Brown y The J.B’s. De acuerdo, quizá exageramos, pero ese aliento de puro funk, lo sentimos en el pecho durante muchos tramos; los instrumentistas tuvieron parte de culpa. Magníficas Katerin Ferrer y Llarivis García Despaigne (vientos y coros), excelentes Ibáñez Hermida y Mario Gabriel Mesa en la base rítmica y exuberantes los quehaceres de Raúl Zapata, director artístico, percusionista, animador o lo que se tercie, un verdadero multiusos.
No lo diremos muy alto (alguien podría quejarse) pero el show de Cimafunk en Barcelona nos hizo recordar aquellas noches de jolgorio que no hace tanto tiempo nos hacían vibrar. Vimos bailarinas circunstanciales en el escenario, escuchamos gritos de euforia y asistimos a un curso acelerado de baile desenfrenado. Todo ello dirigido por un joven talento descamisado que parecía gritarnos: ¡Danzad, danzad, malditos!
Traigo… caramelo para ti, caramelo con maní, caramelo que te saca flow. Traigo… caramelo para ti, caramelo para mí, caramelo con sabor a flow
Caramelo, Cimafunk
Autores de este artículo
Barracuda
Miguel López Mallach
De la Generación X, también fui a EGB. Me ha tocado vivir la llegada del Walkman, CD, PC de sobremesa, entre otras cosas.
Perfeccionista, pero sobre todo, observador. Intentando buscar la creatividad y las emociones en cada encuadre.