Escuché a alguien decir que Neil Hannon es un escritor frustrado, tiene unas letras y versos maravillosos y elegantes. Creo que no hay frase que describa mejor el concierto de The Divine Comedy el pasado jueves en L’Auditori. La verdad es que no estaba familiarizada con su música, de hecho, solo conocía una canción y ni sabía que era suya. Esa era Don’t mention the war, que forma parte de la banda sonora de la serie Modern Love, una de mis favoritas.
Tres décadas de trabajo
Hace 33 años que en Irlanda del Norte surgía una banda liderada por Neil Hannon, acompañado por John McCullagh en el bajo y Kevin Traynor en la batería. Estos dos últimos, sin embargo, abandonaron el proyecto al poco tiempo, quedando Hannon como único miembro estable de The Divine Comedy.
Después de 12 discos compuestos por Hannon podemos apreciar su talento como cantautor, con letras que retratan de manera irónica la vida, con referencias literarias a autores como Williams Wordsworth u obras como Una habitación con vistas de E.M. Foster. A parte de escribir sus propios álbumes ha participado, como The Divine Comedy, en la creación de bandas sonoras para televisión. La primera fue para el tema principal de Father Ted, con una versión instrumental de Songs of love que luego le podría letra y pasaría a formar parte de su EP Casanova. Participó también en la serie de la BBC, Dr. Who, con canciones como Songs for ten o Love don’t roam.
De la A a la Z
Para celebrar sus tres décadas en activo, The Divine Comedy ha emprendido una gira llamada ‘The Best of Divine Comedy’ donde hacen un repaso a los greatest hits de la banda, es decir, las canciones imprescindibles para conocerlos. Para alguien que no era gran conocedora de su discografía, este repaso me permitió acercarme a ellos en tan solo dos horas.
Después de tantos años de carrera y con tantas canciones para escoger, debe ser complicado montar un repertorio que aglutine los mejores temas y sobre todo, en qué orden lo pones. Lo cierto es que Hannon lo hizo de una manera un tanto peculiar, que nunca antes lo había visto: en orden alfabético.
Durante el tiempo que estuvieron en el escenario, Neil Hannon tocó una variedad de instrumentos, desde la guitarra a la pandereta, o incluso una maraca con forma de flor. Empezaron con la que pude intuir que era un ‘fan favourite’, Becoming more like Alfie, que, ya en sus primeros acordes, despertó entusiasmo en el público. Una canción en la que tanto Tony ‘Tosh’ Flood a la guitarra como Tim Weller acompañando el ritmo a la batería, se lucieron.
Fue cuando estábamos llegando a la letra G, con Generation Sex, que el público se empezó a animar, aunque no fue hasta Something for the Weekend, cuando Hannon dijo “You look like you like to dance” (parece que os gusta bailar), que se levantó para darlo todo. Los pocos que quedaban por levantarse lo hicieron al escuchar las primeras notas de Tonight we fly, la que supuestamente era la última. Cuando acabó, el escenario ya vacío, sin músicos ni nadie, el público de L’Auditori seguía aplaudiendo, en sus asientos, esperando a que volvieran a aparecer. Porque cualquiera que haya asistido a algún concierto sabe que cuando dicen que es la última, no lo es.
Sin seguir ya el orden alfabético y después de despedirse diciendo “If the world hasn’t completly collapsed by next time, we’ll see you then” (si el mundo no se derrumbado completamente para la próxima, ahí os veremos) escuchamos su última canción: Songs of love.
¿Escritor frustrado?
Creo que como amantes de la música hay dos tipos de personas: los que disfrutan el ritmo y la parte más instrumental o los que ponen más atención a la letra. Sin duda yo soy del segundo tipo. Es en lo primero que me fijo, en la calidad de la composición a nivel lírico, así como de la capacidad de poder explicar una historia a través de una canción. Mientras disfrutaba del concierto no pude evitar quedarme fascinada por la manera en la que Hannon contaba lo que quería con sus letras y, después de acabar el concierto puedo decir que estoy de acuerdo con esa frase que escuché, pero a medias. Tiene talento como para dedicarse a escribir historias en papel, es decir novelas, lo que consideraríamos escritor. Pero ¿no escribe él sus letras y cuenta lo que quiere, a través de melodías y versos impecables? Para mi, eso no es ser un escritor frustrado, es saber narrar a su manera.







Autores de este artículo

Lídia Moreno

Víctor Parreño
Me levanto, bebo café, trabajo haciendo fotos (en eventos corporativos, de producto... depende del día), me echo una siesta, trabajo haciendo fotos (en conciertos, en festivales... depende de la noche), duermo. Repeat. Me gustan los loops.