¿A qué aspiran unos cuantos amigos que deciden montar un grupo para dar a conocer las canciones de una de ellas? A poder tocar los temas en directo, salir de gira, puede que a ganar dinero haciendo lo que les gusta o incluso a poder llegar a vivir de ello. Los componentes de Morgan debieron pensar que habían cumplido casi todas sus aspiraciones iniciales cuando visitaron Barcelona por primera vez en 2017, para actuar en la mítica sala Jamboree de Plaça Reial, sin presagiar que unos pocos años después se plantarían en el mágico Palau de la Musica Catalana con casi todas las entradas vendidas.
Y es que su nuevo trabajo The River And The Stone (North Records, 2021), inapelable como el predecesor Air (2018) y el debut North (2016), ha dejado pequeñas las salas más codiciadas como Apolo, y Morgan ya solo tiene cabida en teatros emblemáticos como el Victoria Eugenia de Donostia o el Price de Madrid, este último llenado ya por segunda vez la semana pasada. Con el público expectante y en silencio, las primeras notas de Hopeless Prayer van llenando todos los rincones del Palau: “I’m singing a song for you”.
Emocionarse y emocionar
La banda disfruta y mira al público como tratando de creerse lo que ven sus ojos, creando una conexión honesta y sincera que durará toda la velada. Suenan River, Blue Eyes y Attempting, con el genial David Schulthess haciendo las veces de jazzman a los teclados. La carismática Nina, alma de Morgan, que de primeras transmite tablas y seguridad, no puede esconder su emoción ante los primeros aplausos: “Estar aquí es increíble, pero vosotros estáis… Es una movida muy grande”.
Carolina de Juan, Nina, es talento, carisma y autenticidad. Su maravillosa voz encandila a la primera y su honesta naturalidad como persona se gana a cualquiera. Sigue escondiendo sus nervios en las teclas del piano, donde transmite talento, paz y emoción a partes iguales. En un intento de salir de su zona segura, se levanta, resopla y se azuza el pelo, para mostrarnos “este skill que no sabemos si adquiriré”, consistente en salir al centro del escenario para cantar la rockera Paranoid Fall, uno de los mayores aciertos del último álbum. Suena correcta en directo, aunque seguro que tras rodarla unos meses llegará a la posición que merece en el setlist. Nada más terminar, la letrista corre de vuelta al resguardo del piano, ante las risas del batería Ekain Elorza. “Me voy quitando el miedo dentro de lo que es mi rango. Creo que progreso adecuadamente”, explica sincera para sonrisa de todos.
Who Do You Think You Are marca el ecuador del concierto de forma muy lúcida y Fliying Peacefully nos eleva y llena el alma de luz soul. Nina vuelve a estar de pie, pero más segura sin moverse de su sitio. “Fem un pensament?”, dice, para anunciarnos que la magia no va a ser eterna y que poco a poco esto se acaba.
Los temas en castellano empiezan a salir con la maravillosa Volver, solo a voz y piano, correspondida con varios minutos de aplausos. Home nos acoge al fuego de la chimenea y el acelerón final de A Kind Of Love, comandado por el incombustible Paco López a la guitarra, erupciona para estallar en un Palau que ya tenía gran parte de su público de pie desde hace tiempo.
La bola de discoteca y un regalo final
Los gritos de la gente reclaman la vuelta del sexteto a escena para el bis. La archiconocida Sargento de Hierro (dieciséis millones de reproducciones en Spotify, poca broma) emociona y cura las heridas, dando paso a la bomba funk Another Road (Gettin’ Ready). Nina no puede parar de agradecer y agradecer el cariño al público, mientras David juguetea con el teclado (¡tremendo groove!). “¡Otro [compas] más!” le grita Ekain, y boom: los asientos del Palau se vacían para crear una auténtica pista de baile.
Nina sigue sin creerse lo que está viviendo y pregunta a Paco: “Con la energía que hay aquí dentro se puede iluminar la ciudad; sí, ¿no?”. Este asiente y da fe, la gesta no es menor. Pero aún queda una última joya. Cantante y guitarrista toman el centro del escenario únicamente con la compañía de una guitarra acústica, sin micros ni amplificación.
Marry You suena a capela, y aquí ya si qué nos faltan las palabras. La cruda voz de Nina, esos rasgueos, el soul y el blues a lo Janis Joplin y la acústica del Palau; uno de esos momentos únicos que nos da la música en vivo. Entre los incesantes aplausos, la banda encara el final eléctrico del tema mientras la cantante enumera una interminable lista de agradecimientos (literalmente tiene una lista apuntada para no dejarse a nadie). El cierre es colosal y los músicos se despiden con ramo de flores y puños en alto, celebrando cuales medallistas olímpicos.
Morgan volvieron a demostrar ser una de esas bandas que se merece que les vaya bien y que nos alegremos de que así sea. Auténticos, sinceros, agradecidos y maravillosos músicos, poco más se puede pedir. Al final de la noche, solo nos queda una duda: ¿el siguiente Palau en el que los veremos, será el de la Música Catalana o el Sant Jordi?
Autores de este artículo
Mikel Agirre
Aitor Rodero
Antes era actor, me subía a un escenario, actuaba y, de vez en cuando, me hacían fotos. Un día decidí bajarme, coger una cámara, girar 180º y convertirme en la persona que fotografiaba a los que estaban encima del escenario.