Pocos artistas se manejan mejor en el contexto de un día gris y lluvioso que Damien Jurado. El artista de Seattle es capaz de convertir lo que la mayoría de la población considera un día feo, en el escenario desde donde brota la belleza. Quizás por este motivo, el sol no se asomó en todo el día en la ciudad de Barcelona. Ante un patio de butacas diseñado por la sala Apolo para la ocasión, el cantautor estadounidense reafirmó una vez más su condición de artesano del folk en un recital acústico que, si bien brilló por su extrema delicadeza, en varios momentos no fue capaz de capturar toda la complejidad de la obra del artista de Seattle.
El músico apareció sobre el escenario cabizbajo, evitando por momentos dirigir la mirada al público. Totalmente despeinado, con barba de varios días y protegido detrás de unas gafas de sol, daba la sensación de tratarse de un turista más llegado a Barcelona para relajarse. Y, sin duda, relajado estaba. De hecho, antes de empezar a tocar se permitió el lujo de afinar la guitarra durante varios minutos con total tranquilidad junto a su habitual compañero a la guitarra Josh Gordon. Pese a su apariencia deshilachada, tan solo hizo falta una nota de AM. AM. para comprobar que su característica voz de falsete continúa sonando impoluta.
Damien Jurado nació y creció en Seattle, Washington (no confundir con Washington D.C., capital política del país), uno de los estados más efervescentes de Estados Unidos en cuanto a la escena musical cuyas calles vieron crecer a mitos como Jimi Hendrix o formarse escenas como el grunge de la mano de figuras como Eddie Vedder, Kurt Cobain o Mark Lanegan. Sin embargo, este artista descendiente de inmigrantes mexicanos abrazó el folk, convirtiéndose en todo un trovador urbano, documentando la sociedad estadounidense de las últimas dos manos e indagando siempre guitarra en mano sobre las complicaciones del amor y las relaciones sociales de hoy en día.
Simpleza cautivadora
Después de comentar con Gordon cuál era el repertorio elegido para la ocasión, el dúo interpretó la nostálgica What happened to the class of ’65, cuyo componente cinemático quedó todavía más potenciada ante la falta de artificios sonoros. Acto seguido llegó Allocate dónde relucieron los arpegios de la guitarra de Gordon.
Como si de un músico contratado se tratara, Jurado tenía colocado sobre el amplificador una carpeta de fundas con las partituras, por lo que entre interpretaciones el cantautor pasaba páginas de arriba a abajo en busca de la canción correcta. Unos temas que, ante la falta de soporte eléctrico, abandonaban su habitual atmósfera vaporosa, para recrudecerse, en un efecto que también ensalzaba la interpretación vocal de Jurado. Esto se notó especialmente en la onírica QACHINA y la popera When you were few. Además, la simplicidad de las melodías de Jurado se contraponía a la absoluta atención de un público cautivado por el artista de Seattle.
En la parte final, Damien Jurado presentó su decimoséptimo y último álbum de estudio The Monster Who Hated Pennsylvania (Field Painting Music, 2021) por partida doble. Primero, con la sencilla pero encantadora Helena y después con la expansiva y poderosa Johnny Caravella, que provocó que el músico de Seattle levantara la voz por primera y última vez en el concierto.
Jurado cerró la noche trasladando al público a la psicodelia de Maraqopa (Secretly Canadian, 2012) con la nostálgica So on, Nevada, la aclamada declaración de amor Museum of flight y Nothing is the news, un blues desértico que sonó descarnado pero incompleto en su versión acústica, siguiendo la tónica de todo el show.
Preciosa sorpresa
Antes de Jurado, otra estadounidense se encargó de amenizar la velada. Se trata de Corrina Repp, cantautora natural de Oregón que repasó varios de los temas de su último álbum Island (Jealous Butcher, 2021) en una actuación que convenció al respetable.
Junto a su siempre inseparable guitarra, Repp dejó muestras de su tremenda sensibilidad y estableció la tranquilidad en el ambiente que la noche demandaba.
Aunque estaba anunciado que Repp y Jurado compartirían escenario, lamentablemente esto no sucedió. Sin embargo, la artista no escondió su satisfacción de estar en Barcelona y agradeció efusivamente el trabajo de todos los empleados de la sala, en un detalle que marca la diferencia.
Autores de este artículo
Pere Millan Roca
Marina Tomàs
Tiene mucho de aventura la fotografía. Supongo que por eso me gusta. Y, aunque parezca un poco contradictorio, me proporciona un lugar en el mundo, un techo, un refugio. Y eso, para alguien de naturaleza más bien soñadora como yo, no está nada mal.