Hay artistas a los que se les supone encuadrados en el mainstream permanente, ya sea en la categoría de ‘jazz de repertorio’ o de ‘jazz de autor’, pero siempre en la misma casilla. Es el caso, por ejemplo, del guitarrista Kurt Rosenwinkel, maestro de maestros, creador de un sonido que ha hecho escuela pero que pocos vinculan al jazz más de cuño explorador, vanguardista, a las antípodas del ‘easy listening’. Es más, los del otro bando —los de la cofradía del free, para entendernos— tampoco acostumbran a considerarlo uno de los suyos. Sin embargo, Rosenwinkel, el gran Kurt Rosenwinkel, se mueve como pez en el agua en formaciones como Human Feel, un combo de jazz de vanguardia que lleva la friolera de 30 años sobre los escenarios.
Según cuentan, el núcleo inicial de esta formación de nombre psicologista surgió en el Seattle de los 80, cuando se juntaron los saxofonistas Chris Speed y Andrew D’Angelo con el baterista Jim Black. En Boston se unió el guitarrista Rosenwinkel. Nació entonces un cuarteto en el que el mismísimo Rosenwinkel es una pieza clave: actúa como base y contrapeso a la vez, juntando cuerpo y sonido, aportando la electricidad necesaria a un grupo que se mueve entre la plasticidad y el engranaje, entre lo orbital y lo (dis)continuo. De Rosenwinkel son los interludios que abren y cierran algunos de los mejores pasajes de la música de Human Feel.
Rosenwinel es también el que marca la pauta rítmica de algunas de las composiciones del grupo, que apunta con maestría el gran Jim Black, otro de los miembros también clave en el grupo. Como Rosenwinkel, Black es creador de sonido y maestro de maestros. Lo es por su contundencia casi hercúlea, casi de baterista de rock; por su capacidad para subvertir el rol de los instrumentos que forman la batería y ponerlos al servicio de la música inconstante de Human Feel, a caballo entre el jazz de vanguardia, el rock progresivo y la composición contemporánea.
D’Angelo y Speed son sin duda la columna vertebral del conjunto, si es que se puede dar por válida esta analogía anatómica para describir la obra de Human Feel. En todo caso, de los saxofones de Speed y D’Angelo salen los sonidos más vibrantes, mágicos e incisivos en cada sesión del cuarteto hoy neoyorquino. Speed y D’Angelo se alejan, se buscan y se encuentran a través de un diálogo majestuoso en forma, a veces, de toma y daca.
En Barcelona, donde actuaron el pasado 27 de noviembre, en el marco del 49 Voll-Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona —como así lo atestiguan las magníficas fotos del gran Dani Álvarez—, D’Angelo tuvo una actuación extraordinaria. Suyas fueron algunas de las mejores intervenciones de la noche. Frío y desangelado, el auditorio del Conservatori del Liceu acogió a Human Feel, una de las grandes formaciones de la escena norteamericana del jazz de vanguardia. Fallaron, quizás, los seguidores del Rosenkinkel más, digamos, concesivo —y no siempre brillante—, tal vez poco dados a la curiosidad. Tampoco acudieron los defensores acérrimos del free militante. Los unos y los otros se lo perdieron.




Autores de este artículo
Martí Farré

Dani Alvarez
Bolerista y fotógrafo. Como fotógrafo, especializado en fotografía de espectáculos. Dentro de la fotografía de espectáculos, especializado en jazz. Dentro del jazz, especializado en músicos que piensan. Trabajo poco, la verdad.