Lee Fields & The Expressions: El último bastión

Todavía recuerdo, emocionado observar como Solomon Burke repartía rosas desde su trono dorado en 2010. Ese concierto se produjo, en una sala Apolo todavía sin remodelar, cuatro meses antes de su fallecimiento. Estaba visiblemente desmejorado, mucho peor que en aquel glorioso show de 2003 en el Bikini barcelonés. Con todo, no esperábamos que aquella fuera de las últimas apariciones de uno de los pioneros de la soul music. Se marchó repartiendo amor, la pacífica arma que dio sentido a su existencia. Ustedes se preguntarán, si han leído el titular de esta crónica, por qué estamos hablando del titán natural de Pennsylvania (United States); es bien sencillo, uno de sus más brillantes sucesores volvía a la ciudad Condal, en esta ocasión en La [2] de Apolo, para ofrecernos también un pedazo de apasionado corazón.

Lee Fields & The Expressions acaban de grabar, bajo la batuta del productor Leon Michels, It rains love (Big Crown-Popstock!, 2019), un precioso álbum nacido para eximirse de los males de la sociedad actual, utilizando para ello los conceptos Dios y amor, dos referencias ineludibles (según su fervoroso criterio) para derribar los muros que nos separan. Esa lluvia de amor llegó para mojar nuestra a menudo seca y acartonada alma.

La organización quiso que el evento se celebrase en la sala pequeña del complejo musical sito en la calle Nou de la Rambla, imaginamos que con la intención de conseguir un ambiente más ardiente pero se equivocaron. Una cosa es buscar proximidad y otra bien distinta es caer en manos de Belcebú. Situados ya dentro de un microondas a toda potencia, desgranemos lo acontecido.

Intentaremos no caer en el error de las odiosas comparaciones, pero alguna debo mentar. Lee Fields es un cantante de los que ya no quedan, poseedor de esa modulación y cadencia perdida en el tiempo. Intérprete ideal para temas con el temple de I’m coming home, You’re what’s needed in my life o Love prisoner, pero cuando aprieta las tuercas del baile desenfrenado, la sombra de James Brown aparece para merendárselo sin remedio. Desengañémonos, el gran padrino hubiera cogido Make the Word y nos hubiera descoyuntado la espalda. Fields únicamente nos da un fuerte masaje, sanador eso sí. Nuestro ‘Little JB’, se apoya a veces demasiado en el inimitable genio del funk, y en ese terreno no puede competir; tampoco estamos explicando ninguna novedad que no se sepa de antemano.

Hemos prometido que no caeríamos en las semejanzas, aquí lo dejamos porque Fields posee muchas virtudes, una de ellas es conseguir de apoyo a un grupo como The Expressions. Su ‘backing band’ habitual es soberbia, incluso cuando se atreven a emular a The J.B.’s salen airosos de ese dificultoso envite. Si repasan la discografía del protagonista encontrarán grabaciones del calado de Emma Jean (Truth and Soul Records, 2014) o Special night (Big Crown, 2016) que nos ofrecen las versiones instrumentales de las piezas originales; muestra de la importancia que tiene para Fields destacar la grandiosidad del combo. Perfectos desde la introductoria Saturn hasta el lucimiento permitido en uno de los bises: la exuberante All I need.

A sus sesenta y ocho años y con medio siglo de carrera en sus espaldas, Lee Fields conserva una voz en perfecto estado y una presencia escénica de nivel (realzada por un traje blanco y negro con lentejuelas brillantes, a la antigua usanza), aunque sin ese pedazo de acompañamiento musical le costaría permanecer en la cumbre.

En alguna de mis crónicas, he resaltado el cansancio producido por estrellas mediocres que sólo viven de covers, recalentando comida de primera calidad, es en este apartado donde el de North Carolina les saca cien zancadas de distancia. Puede parecerse a los grandes mitos del soul, pero el calco por vicio no va con él.

Desaparecidos Sharon Jones y Charles Bradley, Lee Fields aparece como el contacto más cercano que nos queda de aquel espíritu indomable de la música soul norteamericana en las sagradas décadas de los 60’s y 70’. El último bastión.

Valores talentosos como Myles Sanko, Steffen Morrison, Leon Bridges o Jacob Banks, son el relevo, tampoco debemos desesperar. El futuro del soul está asegurado, a otros ruinosos estilos les quedan dos telediarios, la fecha de caducidad la llevan marcada.