Era 1999 y nacía un grupo en Pamplona muy difícil de catalogar. Y es que, aunque sea complicado describir el estilo de El Columpio Asesino, me aventuraría a decir que transitan por géneros como el rock, el punk o la electrónica, y que siempre se empapan de una onda muy indie. Sin embargo, creo que a nadie le importa demasiado saber qué crean exactamente; mientras sigan haciendo lo que les dé la gana como hasta ahora, nosotros estaremos contentos.
No es de extrañar que la Sala Salamandra estuviera a rebosar. El Let’s Festival nos estaba ofreciendo el show de una de las formaciones referentes del indie nacional y el público se mostró pletórico –y juraría que rozó el sold out– durante el recorrido por todos los años de música de la banda.
Descorchar la botella no es tarea fácil
Ser telonero siempre es una gran oportunidad, pero no exenta de riesgos; a veces el público decide llegar justo para la banda cabeza de cartel y los pobres grupos iniciales deben tocar delante de una pista medio vacía. Por fortuna, este no fue el caso de Venturi la otra noche. Para cuando el trío madrileño subió al escenario, la sala estaba prácticamente llena y bastaron un par de canciones con toques punk para despertar a un público entregado.
Venturi demostraron tablas y saber hacer en un set de aproximadamente una hora en el que repasaron grandes temas de su trayectoria e incluso se atrevieron con una versión de C. Tangana, Tranquilísimo, que fue muy celebrada.
Siempre se necesita a alguien para descorchar una botella en una fiesta y Venturi hizo volar el tapón muy alto.
Sagrada experiencia
Con Venturi fuera de escena y habiendo recibido una merecida ovación por parte del público, El Columpio Asesino apareció sobre un escenario teñido de azul por los focos. Ya no cabía ni un alfiler en la Salamandra –irónico si recordamos la portada de su disco El Columpio Asesino–.
Apenas visibles bajo esa iluminación tenue y onírica, las siluetas de los cinco integrantes comenzaron su set. Una larga y apoteósica introducción instrumental precedió a Huir, el primero de los temas que interpretó el grupo de Pamplona, muy experimentados tras más de veinte años sobre las tablas. La experiencia es un grado y se nota en los pequeños detalles, la precisión, la confianza y la certeza de una banda que sabe cómo tiene que hacer las cosas para llenar una sala a más de 400 kilómetros de su ciudad.
Nacida para los escenarios
Si os soy sincera, me parece que todas las miradas se las llevó Cristina Martínez. Con esto no quiero desmerecer el más que notable talento de Raúl Arizaleta (guitarra), Daniel Ulecia (bajo), Iñigo Sola (teclista) y Álbaro Arizaleta (batería y voz) –quien, por cierto, cantó exactamente igual que en los temas grabados de estudio–. Cristina toca la guitarra y la pandereta, canta y golpea un pad, y por si todo esto fuera poco, también tiene un carisma y una labia que hacen pensar que ella nació para esto. Se hace más que evidente que el escenario es su hábitat natural, su reino.
Aunque con las primeras canciones pareció que se centrarían en su último disco, Ataque Celeste, pudimos saltar y bailar con otros temas de trabajos como Ballenas muertas en San Sebastián y evidentemente, Diamantes. Se acercaba el final y aún no habían tocado Toro, una de las canciones más icónicos del podio indie imaginario. Supuso un gran alivio para todos escuchar las notas de guitarra que introducen la canción y el estadillo de los asistentes fue espectacular. La fama de Toro es notable y ha sido versionada por varios grupos en los últimos meses, entre ellos el conocido dúo de electrónica Delaporte.
A pesar de los gritos del público, que pedía más y más, la banda tuvo que abandonar el escenario tras una hora y media de potencia, energía y dinamismo. Sabes que un concierto te ha calado cuando al día siguiente tienes ganas de escuchar la música de los artistas en bucle, y debo confesar que mientras escribo esta crónica escucho las canciones que configuran la larga discografía de El Columpio Asesino.








Autores de este artículo

Paula González

Miguel López Mallach
De la Generación X, también fui a EGB. Me ha tocado vivir la llegada del Walkman, CD, PC de sobremesa, entre otras cosas.
Perfeccionista, pero sobre todo, observador. Intentando buscar la creatividad y las emociones en cada encuadre.