Fue raro volver a sentir esa sensación de fomo que da caminar de una tarima a otra dentro de un festival en el que están sucediendo muchas cosas al mismo tiempo. O la ligera ansiedad de caminar sin rumbo, queriendo ver todo, pero sin aparcar en algún lado en concreto. Como corriendo perennemente hacia el disfrute sin encontrarlo del todo en algún lado, pero finalmente feliz de estar en un punto neurálgico donde convergen personas con intereses afines a la música electrónica y la tecnología.
Algo parecido se vivió durante la más reciente edición del SónarCCCB, el hermano pequeño del festival Sónar de toda la vida, durante el 29 y 30 de Octubre. Precedido, el jueves 28, por el AI and Music S+T+ARTS, un nuevo festival dedicado a la investigación de la fusión entre inteligencia artificial y música, organizado con la colaboración de la Universitat Politècnica de Catalunya, betevé y el programa S+T+ARTS de la Comissió Europea. Y vitaminado con una propuesta nocturna, más orientada a la cultura clubbing y al techno: OFFSónar, celebrada en el Poble Espanyol durante las mismas fechas.
Link entre arte, ciencia, tecnología e industria
En esta ocasión, el Sónar actuó como un hub físico, y a la vez virtual, ya que muchas de las actividades fueron transmitidas vía streaming, donde cosas complicadas de entender –entiéndase algoritmos informáticos, matemáticas o ingeniería electrónica–, fueron digeridas a través de la música y las emociones. Emociones que aún no logra alcanzar la inteligencia artificial, para suerte de los humanos. Solo hay tres cosas que parecen ser muy ciertas: la música es un arte y una ciencia, la música y la ciencia están estrechamente relacionadas y, al parecer, si eres científico, también podrías ser artista.
Fue humanamente imposible (ya veremos si en el futuro podremos clonar nuestras conciencias para poder estar en varios lugares a la vez) asistir a las más de 100 conciertos, talleres, proyecciones y charlas que el festival ofreció. Sin embargo pudimos captar la esencia de algunos de los actos más esperados de entre los más de 300 artistas, investigadores, científicos y DJs que participaron en el evento.
AI and Music S+T+ARTS
El programa de conferencias y presentaciones de este festival giró en torno a las disertaciones sobre el potencial transformador que podría tener, o que tiene, la inteligencia artificial en la producción musical, en el diseño de espacios digitales imaginarios y, a su vez, las nuevas economías que que se generan a su alrededor, intentando enfocarlas en un entorno sostenible. Esto fue, básicamente, haciendo un ínfimo resumen, lo que se habló en las conferencias y talleres que se desarrollaron durante el día. Ya pasadas las 19 empezó la fiesta.
Uno de los momentos más extraños de la noche fue sin duda el b2b de la DJ catalana AWWZ con AI DJ (una DJ de inteligencia artificial) en el Hall Stage. Nada más terrorífico que un algoritmo favoreciendo a los hits de reggaetón del verano. Durante el acto, se invita al público a colaborar con mensajes y emojis que evoquen el estado de ánimo de la fiesta, y la ya entrenada con “bases de datos musicales” DJ IA, se encarga de traducir dichos códigos en una selección de canciones que ella “cree” que podrían encajar. ¿El fin de los DJs? Obviamente que no. Pero si da miedo que solo la programen para que pinche música que ya suena en la radio a todas horas.
Después de salir del shock, nos dirigimos al Teatre Stage a ver a Holly Herndon, María Arnal y Tarta Relena. Un trío angelical que se juntó previamente a través de una residencia artística en Hangar para explorar las posibilidades de Holly+, un instrumento virtual que utiliza tecnología de aprendizaje automático para reproducir el audio enviado por el usuario en una aproximación, generada por ordenador, a la voz de Herndon al cantar. Es decir, un aplicación desarrollada a través de AI que te hace tener la voz de Holly Herndon.
Al volver al sótano, en el Hall Stage, pudimos disfrutar del innovador y bien elborado IDM por parte del británico –radicado en Barcelona– Rob Clouth, quien creó un sonido intrincado y la vez delicado, que evocaba excursiones intergalácticas y desdoblamientos corporales. Los medios lo han comprado con Autechre y Jon Hopkins, para que se hagan una idea.
Volvemos a salir del Hall Stage, y nos dirigimos –corriendo– al Complex Stage, donde nos encontramos con más procesos técnicos de programación, robótica y edición de video, pero pero esta vez el eje central de la performance era el componente humano-orgánico presentado por la talentosísima Kiani del Valle, bailarina puertorriqueña afincada en Berlín, fundadora de KDV Dance Ensemble, quien junto a Hamil Industries, el prestigioso estudio de diseño visual con sede en Barcelona dirigido por Pablo Barquín y Anna Díaz y un equipo de especialistas en Inteligencia Artificial de la Universidad UPC, dieron vida a Engendered Otherness, a symbiotic AI dance ensemble, un proyecto que exploraba conceptos de la naturaleza, el cosmos y las leyes de la física. Cabe destacar que la música para esta presentación fue hecha por Floating Points.
Deslumbradas por los movimientos robóticos de Kiani, nos devolvimos al Hall Stage, donde el histórico dúo alemán, Mouse On Mars, integrado por Jan St. Werner y Andi Toma, con la participación especial del baterista Dodo Nkishi, tenían a todo el mundo en un trance hipnótico bailable. La tarima es una maraña de cables, sintes y módulos, sin mencionar la extensivamente microfoneada batería acústica/electrónica que ocupaba la mayor parte de la tarima y le ponía el alma a toda la performance. Estos veteranos con más de 25 años haciendo música, nos volaron el entendimiento con su mezcla de techno, trance, ambient, dub, krautrock y sonidos tribales.
Sónar CCCB 2021
Ya dejando atrás la teoría y metiéndonos más en la práctica, entiéndase el baile y la fiesta, nos enfrentamos a un segundo día de festival, pero que, en realidad, era el primer día del Sónar CCCB 2021. Otro día donde por la mañana hubo exhibiciones, talleres, conferencias, video-performances exclusivos y, claro está, presentaciones musicales y sesiones de DJ. Entre Bikôkô, Verde Prato, Tirzah, Cora Novoa, Dania, La Niña Jacarandá, Alicia Carrera, D.N.S., Object Blue y Rakky Ripper, se podría decir que el primer día del Sónar CCCB estuvo liderado por mujeres. Punto a favor.
Si no hubiese sido por una lluvia torrencial que arreció contra todas hasta dejarnos empapadas, la fiesta en el SónarVillage Stage hubiese durado hasta la medianoche. Sin embargo, los ánimos se bajaron un poco al tener que estar atrapadas y apretujadas –sin cerveza– en los demás escenarios dentro de CCCB, los cuales ocurrían uno detrás de otro y ocasionó que la gente se acumulara en los que estaban de turno, no había opciones para repartirse.
Antes de la tormenta, el DJ londinense Misbah, ponía a tono a los asistentes con una prueba auditiva a punta de sub bass al ritmo del dub y el UK Bass. Para que luego, antes de que se inundara la Plaza de Joan Coromines, D.N.S. nos prendiera con una sesión que parecía estar dominada por el liquid dnb y los breaks. Por suerte, pudimos resguardarnos en el SónarComplex Stage durante la presentación de object blue (en minúsculas), la DJ y productora nacida en China, radicada en Londres, que ya ha ganado una buena reputación por sus live sets llenos de trippy techno y UK heavy-bass: experimental club, como ella misma lo llama.
Nos fuimos corriendo a ver a Tirzah, una de las artistas más esperadas del festival, estuvimos de primeras haciendo fila mientras comentábamos lo emocionada que estaba por verla. Y, aunque ya sabía que me encontraría con un saco pesado repleto de R&B experimental y de trip hop depresivo, pareciera que muchas de las asistente no lo sabían. De hecho, dio la impresión de que cuando salió Tirzah la gente pensaba que era una corista: se quedaron esperando que arrancara el concierto cuando la verdad es que ya había arrancado hace tiempo.
Gracias al universo y a Leon Vynehall que nos despertó con una bofetada de leftfield techno, UK garage y algunos sonidos experimentales provenientes de su álbum Rare Forever. Sin mencionar la potencia lumínica con la que veía su directo que, a momentos, parecía que estaba controlada por él mismo también.
Al volver al Hall Stage, debo decir que esperanzada de ver por primera vez a Cora Novoa –siendo mi única referencia su State of mind, track que liberó junto a un increíble y muy bien dirigido videoclip–, me encuentro con un directo que va hacia el pop, el flamenco y el reggaetón. What. Entiendo que es un proyecto salido del Taller de Musics en colaboración con Acción Cultural Española, pero me quedé tan fría que me fui antes de que acabara. Muy bien ejecutado, eso sí, con increíbles músicos y una cantante que dio la cara durante todo el show.
Autores de este artículo
Mabe Chacín
Víctor Parreño
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